
Lluvia. Ciertamente en mi sistema existe una irrevocable conexión con los días nublados y lluviosos. Es cómo si algo me uniera a ellos, como si en medio de ellos pudiera ver cosas que antes no. Los días nublados son ironía para mí ya que ellos no dejan ver claramente, oscurecen y tapan el cielo más aún el alrededor con ayuda la lluvia, pero en mi producen el efecto contrario. Me hacen ver con claridad, le quitan el velo de siempre a las situaciones o personas, me hacen reflexionar. Tienen un encanto único, y más aún cuando te sientas a ver la lluvia caer. Es como si demostrara poder, nada ni nadie puede impedir la lluvia, cuando llega solo te queda resguardarte y aún así trata de encontrar su propio camino para escurrirse. Conlleva también una nostalgia y tristeza, como que te hace recordar, o acordarte de alguien, pero es necesario. Creo que la mayoría de las personas odian la lluvia, los días nublados, y todo lo que tenga que ver con esto, yo no. Tiene algo mágico, es purificadora en cierto sentido. Pero sin dudas, lo que más me apasiona de todo esto es ver como después de una increíble tormenta todo se calma, se va despejando lentamente, y termina saliendo el sol de su escondite entre medio de las nubes. Es como si mostrara un ciclo. La lluvia te demuestra como puede llegar, arrasar, parecer que no va a parar más pero que finalmente termina. Demuestra que después siempre sale el sol, que despues todo se esclarece, que viene un nuevo comienzo. Es como si la lluvia simbolizara el fin y al mismo tiempo el comienzo. Como si demostrara que siempre se vuelve a empezar, que solo es un ciclo, que todo lo malo termina. La lluvia para mí es esperanza.