
¿Qué pasa si un día te levantas y sentís que estabas equivocada en todo? ¿Qué nada era como creías? ¿Qué gastaste tu tiempo? ¿Qué no vale la pena? ¿Qué la esperanza ya no tiene sentido? ¿Qué sin darte cuenta llegaste al borde del precipicio? ¿Qué ya no podes seguir engañándote? ¿Qué te cansaste? ¿Qué estás bajando los brazos y nada te hace querer subirlos de nuevo? ¿Qué simplemente no das más? O peor aún ¿Qué pasa si llegaste al punto en el que te preguntas para qué sigo? ¿Es qué todo fue una perdida de tiempo? ¿Es qué solo ocurre una equivocación tras otra? ¿Qué es lo que pasa? Es como si el mundo fuera a una velocidad distinta y yo por más que trate no logro ponerme a la par, solo me quedo a un costado viendo como gira y gira esperando el momento de que alguien haga un lugar, que me alcanze una mano, que mire hacia afuera pero nada sucede nadie mira a quién está afuera, y entonces sigo sola sentada a un costado sintiéndome en soledad, perdida, con una pieza faltante la cual me permita ponerme a la par del mundo. Antes hubiera seguido a pesar de todo, buscando, prestando atención pero ya no veo el punto de hacerlo. Nada tiene sentido ya. Tal vez así está destinado a ser, una y otra vez lo mismo. Ya no voy a moverme, no intentaré entrar a donde no me hacen lugar. Ya no voy a seguir empecinada como una nena caprichosa con lo que no va a suceder nunca, tengo que aceptarlo. No trataré como prioridad a quién siquiera me trata como opción. Cada día me trato de convencer de lo que no es, de asegurarme en vano que ese gesto significa más de lo que parece. Ya no más. No me cegaré esperando ese maldito indicio que se va como llega haciendome seguir con algo que no tiene sentido. Seguiré mirando desde afuera hacia dentro esperando esa mano que sostenga la mía.