miércoles, 21 de abril de 2010


Perdida camino entre la marea interminable de gente. Todos ocupados en sus cosas, hundidos en su mundo, sin ver ni oír nada ajeno a ellos, con sus propios intereses. Una angustia recorre mi cuerpo al verme perdida en medio de ese caos, me desespero y trato de ir más rápido. Visualizo caras desconocidas, otras no tanto pero ninguna de ellas se queda más de dos segundos observándome, menos se acercan a preguntarme si estoy bien. Pero ya no me importa, nada me interesa llegado a este punto. Por lo que sigo sin hacerme vanas ilusiones, buscando eso que me hace falta pero no logro descifrar que es. Aguanto mis ganas de llorar, de gritar, de romper todo ante la impotencia. Es que siento como si corriera pero no me moviera a ningún lado, y empiezo a pensar que lo que sea que vine a buscar no lo encontraré. Aún así sigo buscando. Me hago paso entre la gente, sintiendo que se me acaba el tiempo, que se está haciendo tarde. Mi corazón late veloz en mi pecho como diciendo que me apure que el reloj está avanzando más rápido de lo que debería. Por lo que corro, desesperada, al borde del llanto, con mis manos temblando y mi corazón en mis manos. Entonces te veo, parado ahí totalmente sereno con tus ojos clavados en mí. Esbozas una sonrisa. Como por arte de magia toda mi angustia desaparece. Y es como si hubieras estado esperándome todo este tiempo, como si vos también supieras que algún día finalmente nos encontraríamos.