
Los sueños. Esos que nos llevan a lugares que no podemos, esos que nos acercan a personas que están lejos, esos en donde no hay límite alguno, esos donde puedes estar junto a él y decirle te quiero. En los sueños uno puede hacer todo lo que siempre deseó pero nunca surgió la oportunidad o no se anima, puede tocar el cielo con las manos sin impedimentos. Son aquellos en los que los amores son correspondidos, en los que no te sentís solo, en los que cumplís todo lo que te propones, en los que no aparece el miedo que te paraliza, estás con confianza como si supieras que vas a lograrlo, en ellos te sentís invencible. Pero también muchos se convierten en pesadillas, pesadillas que nos desesperan, en las que queremos solo despertar, en las que no queremos estar, pesadillas en las cuales él te dice que no te quiere, que no sos nadie. Hasta nuestros sueños más hermosos se pueden transformar en pesadillas. Entonces uno se despierta sobresaltado, llorando, con angustia y miedo, miedo a que suceda. Lo único que se puede hacer es secarse las lágrimas y volver a soñar.