miércoles, 3 de marzo de 2010


Estoy cansada. Cansada de tus vueltas que no me llevan a lado alguno. De tu pasión inexistente o de bolsillo. De tus miradas furtivas que me transmiten tantas cosas que luego negas rotundamente. De tus palabras que parecen sinceras pero que con tus acciones no concuerdan. De tu darme bola e ignorarme a tu gusto. De que no puedas decir lo que te pasa de una vez. De que te pienses que voy a estar a tu lado esperándote como una estúpida sin remedio. Cansada de tu cobardía. Cansada de que no seas directo y mandes miles de señales confusas. Cansada de que no te juegues por mí pero si esperes que lo haga yo. De tratar de entenderte y no lograrlo. De que te comportes como un niño asustado. De que no digas las cosas como son. De que me confundas una y otra vez. De que estés cerca de sincerarte pero te arrepientas al último minuto. De que me vuelvas loca. De que te preocupes cuando se te antoja. De que te hagas rogar. De que me arruines el día por una actitud tuya. De que necesite verte. De que te hagas el lindo pero al otro día seas un forro. Cansada de tus problemas. Cansada de que me puedan tus sonrisas. Cansada de esta situación. De tu bipolaridad constante. De que no te decidas de una vez. Pero de lo que más estoy cansada es de mí misma. Cansada de que por más que hagas todas estas cosas yo sigo esperando a un costado que vengas a buscarme.