sábado, 31 de diciembre de 2011
¿Por qué reaccionamos así? ¿Por qué al ser lastimados buscamos lastimar? ¿Por qué una herida nos crea el deseo de provocar cien más? ¿Por qué ese dolor insoportable nos hace querer hacer sentir al otro igual? Nos lastiman, nos lastiman todo el tiempo y nosotros mismos lastimamos también. Pero el dolor se hace peor a medida que el amor por esa persona es mayor. Entonces, cuando esa persona nos lastima más allá de lo que creíamos posible, cuando provoca que amargas lágrimas corran por nuestro rostro, que un dolor insoportable en el pecho nos torture y que esa parte tuya que le pertenecía sea rota de un modo que nunca volverá a sanar, buscamos lastimar. Buscamos, nos mentalizamos en hacerle sentir el mismo grado de dolor que uno siente. No por el dolor causado, sino por la confianza rota. Porque es tan insoportable el verse lastimado cuando confiamos que esa persona no lo haría jamás, porque estamos enojados, furiosos de que nos hayan quitado lo que ya era nuestro, que hayan arruinado nuestra relación, que no estén dolidos, destruidos por habernos perdido, que el vernos en medio de esa nueva situación inimaginable tan sólo momentos atrás nos enloquece. Es tanto el grado de traición y dolor, que en nuestra locura momentánea, nuestra única meta es lastimar.
jueves, 29 de diciembre de 2011
¿Qué soy? ¿Qué somos? ¿Qué me hace distinta a los demás? ¿Qué me destaca? ¿Qué me define? ¿Qué me perjudica? ¿Qué? Tantas preguntas y ninguna parecía tener respuesta. Tantas veces pensarlas, reflexionarlas y tratar de encontrarles una respuesta con sentido, que sea la verdad. Y nada. Mi mente se quedaba en blanco. Entonces buscaba definirme a mí misma, a través de los demás, deseaba escuchar lo que los demás veían en mí para saber que era yo, cómo era yo. Buscaba miles de formas distintas para definirme a mí misma, mi caligrafía, mi horóscopo, mis amigos, la sociedad, mis gustos, mis canciones, cualquier cosa que me de una pista, una definición, una palabra. Tanto para darme cuenta que era en vano. Que era una estupidez. Que nadie me define, nada me define. Yo misma me defino. Yo me destaco. Yo me diferencio. Yo me perjudico. Mis virtudes y defectos no son análogos a mí, son parte mía. Y nadie más que yo puede decir como soy, como seré y como fui. Yo me conozco mejor que nadie, yo me defino, yo puedo cambiar, yo decido. No tengo que ir a buscar las respuestas afuera, las tengo yo. Solo tengo que animarme a buscarlas, a enfrentarlas. Nadie nos define, nada nos define por sí solo. Tu definición de vos mismo la haces vos. ¿Cómo te vas a definir?
martes, 13 de diciembre de 2011
Últimamente estuve pensando mucho en el amor. En qué es el amor exactamente. Ese amor verdadero, y así, muchas versiones distintas que había recolectado durante mi vida vinieron a mi mente. Las repasé, las disecté, las desarmé, las entendí, las rechacé, las asimilé. Me tomó tiempo, y creía haber llegado a una conclusión finalmente. Pero no. Sin darme cuenta, leyendo una historia con un amor complicado que me apasiona, tuve mi epifanía. Amar a alguien, amarlo de verdad, verdaderamente y con todo nuestro ser nos cambia totalmente y cualquiera puede notarlo. Uno lo puede observar a través de las palabras, son necesarias y siempre es lindo escuchar los sentimientos del otro, pero éstas se las lleva el viento. Uno lo puede observar en gestos, son imprescindibles en una relación, un abrazo, un beso, pero éstos pueden carecer de sentido, pueden ser vacíos. Uno lo puede observar en la mirada, esa mirada llena de amor y aceptación, pero a veces en ella se esconden muchas otras cosas más, a veces no tienen voz. El amor, para mí, es verdadero cuando se ve, se nota su presencia, en los momentos en que no tiene que hacerlo, cuando no está premeditado a mostrarse. Uno puede notar ese amor enloquecedor, honesto, puro, cuando esa persona no pretende mostrarlo, no lo dice, no lo demuestra con un gesto, no lo está pensando y por ende se refleja en la mirada, pero aún así se ve. Porque esa persona está tan unida a la otra que en cada palabra suya, cada mirada, cada gesto, cada acción que toma, cada respiro se ve su unión. El cambio en esa persona es como un cambio químico. En un cambio químico, la sustancia inicial se transforma en otra con propiedades distintas, no es más la misma ni lo va a volver a ser. En la persona ocurre igual, se transformó, sus propiedades fueron cambiadas y al cambiarse en cada cosa que hace se refleja ese cambio (esa otra persona), no es más la misma de antes ni lo va a volver a ser.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)