martes, 31 de agosto de 2010

Muchas veces nos pasa que sentimos lo que no debemos sentir. Que en el momento equivocado nos pasan cosas, que aparece el sentimiento erróneo en el peor momento. Como cuando sentís rabia pero no podes expresarla, cuando te desilusionas pero no podes dejar que los demás lo vean, cuando te rompen el corazón pero simplemente no pensás largarte a llorar ahí mismo frente a él. Cuando descubrís que su novia lo dejó pero no te podes permitir sonreír como querés frente a él.O lo ves junto a otra pero no podes ponerte celosa por más que sientas celos en cada punto de tu cuerpo. Entonces te tenes que aguantar, soportar y seguir. Retener las lágrimas, aguantar el ardor en tus ojos y el nudo insoportable en la garganta con tal de no demostrar que estás lastimada, que te importaba, que sentías cosas por él. Morderte el labio para esconder esa sonrisa, sonrisa de victoria por ver como se equivocó al elegir a otra o una sonrisa de esperanza por verlo solo ahora. Cerrar la boca cuando tenes ganas de gritar y gritar, de decirle todo lo que pensás porque llegastes a tu límite o simplemente decir lo que sentís, pero sabes que no está bien que luego te vas a arrepentir; entonces callas. Mirar para otro lado y mostrarte tranquila, cuando en realidad queres saltarle encima a la que está con él y decirle que es tuyo. Miles de momentos diferentes pero todos tienen algo en común, en todos hacemos algo igual. Tratamos de poner nuestra mejor cara de póquer.