martes, 31 de agosto de 2010
Muchas veces nos pasa que sentimos lo que no debemos sentir. Que en el momento equivocado nos pasan cosas, que aparece el sentimiento erróneo en el peor momento. Como cuando sentís rabia pero no podes expresarla, cuando te desilusionas pero no podes dejar que los demás lo vean, cuando te rompen el corazón pero simplemente no pensás largarte a llorar ahí mismo frente a él. Cuando descubrís que su novia lo dejó pero no te podes permitir sonreír como querés frente a él.O lo ves junto a otra pero no podes ponerte celosa por más que sientas celos en cada punto de tu cuerpo. Entonces te tenes que aguantar, soportar y seguir. Retener las lágrimas, aguantar el ardor en tus ojos y el nudo insoportable en la garganta con tal de no demostrar que estás lastimada, que te importaba, que sentías cosas por él. Morderte el labio para esconder esa sonrisa, sonrisa de victoria por ver como se equivocó al elegir a otra o una sonrisa de esperanza por verlo solo ahora. Cerrar la boca cuando tenes ganas de gritar y gritar, de decirle todo lo que pensás porque llegastes a tu límite o simplemente decir lo que sentís, pero sabes que no está bien que luego te vas a arrepentir; entonces callas. Mirar para otro lado y mostrarte tranquila, cuando en realidad queres saltarle encima a la que está con él y decirle que es tuyo. Miles de momentos diferentes pero todos tienen algo en común, en todos hacemos algo igual. Tratamos de poner nuestra mejor cara de póquer.
jueves, 19 de agosto de 2010
Destiempo. Sentir que estás en destiempo, que no vas al ritmo de la canción. Como cuando intentas hacer una coreografía o bailar al son de la música y no te sale, vas a otro ritmo a otro compás y lo sabes. Pero aún así lo seguís intentando, seguís tratando de cazarle el ritmo, de agarrarle la mano. En algún momento te tiene que salir ¿o no? De esa misma forma a veces pasa en la vida, en el día a día. Sentir que tus acciones o las acciones de los demás están en destiempo. Tal vez llegan demasiado tarde, cuando las necesitabas mucho antes. Tal vez llegan muy temprano y luego te das cuenta. Pero cual sea de las dos te dan impotencia. Te frustran, te molestan. ¿Por qué no pasó eso antes? ¿Por qué no lo hizo después? ¿Por qué no me lo dijo en ese momento? Y uno actúa muchas veces a destiempo, y el resultado es peor. Porque sabemos que la culpa solo cae en nosotros. Y te enojas con vos mismo, por haber tardado, por haberlo hecho demasiado rápido, por no esperar el momento correcto o en su caso dejarlo pasar. Y te desespera darte cuenta que estás a destiempo, que vas al revés, que la música va más rápido que tus pasos. Te frustra, te da impotencia. Pero aún así no te rendís, si no que la peleas más, te esforzás aún más. Sabes que no es imposible estar en tiempo, en el compás. Solo tendrás que seguirle el ritmo, y bailar al compás.
martes, 10 de agosto de 2010
Desafío. Los desafíos te impulsan a exigirte, a llevarte a vos mismo más allá, a sobrepasarte. Ningún desafío es fácil, y en la mayoría de los casos uno quiere superarlos. Queres 'ganar'. Pero para eso vamos a tener que esforzarnos, poner de nosotros mismos, hacer cosas que nunca hicimos, hacer algo distinto. Porque nada nuevo saldrá de nuestra actitud de siempre, nada distinto saldrá de lo mismo. Y muchas veces te podrá pasar que sentís que fallastes, que no lo lograstes, que el desafío te supero a vos, y no al revés. Es entonces cuando el pensar te está venciendo tal vez incluso antes de siquiera empezar. Y el rendirse va a resultar tentador, muy tentador, porque es tan fácil. Es lo más simple, la salida más rápida es decir 'Ya está, fallé'. Lo difícil es seguir aún cuando sentís que no podes más, aún cuando todo va mal y parece que no te sale una. ¿Qué tiene de difícil seguir cuando todo te sale bien? Nada. Piensa que nadie llega a la meta en su primer intento, nadie prueba algo nuevo sin equivocarse una vez, nadie logra llegar alto en su primer salto. Vos tenés el poder de elegir que perseguir, que desafío superar y de que manera. Vos tenes el control de pensar en positivo, de planificar la victoria, de persistir y de dar lo mejor que vos. Podes hacer todo lo que esté a tu alcance para conseguirlo, podes lograrlo. Solo tenes prohibido una cosa: rendirte.
lunes, 9 de agosto de 2010
El amor comienza normalmente por la vista. Tal vez por un flechazo al verlo sentado en el banco de un parque o tras encontrártelo varias veces en el autobús camino de clase, o solo por cruzartelo en algún lugar. Si consiguieras oír su voz comenzaría la participación del oído. El amor podría empezar a fortalecerse en tu pecho al escucharle palabras tiernas, a que te haga reír o encontrar coincidencias con tu forma de ser. En tercer lugar vendría el olfato, el olor corporal, su perfume, su champú. Digo en tercer lugar pero hay científicos que lo sitúan en primer lugar ya que son las feromonas las que determinan la elección. Es algo más animal que lógico dicen. Incluso afirman que las pocas personas que por lesiones o causas perinatales han perdido el olfato son incapaces de enamorarse y caen en continuas depresiones. Si la cosa va bien, como parece ser, en algún momento entrará en juego el tacto con algún roce de manos fortuito, tal vez solo una leve caricia, algo liviano que se irá intensificando poco a poco. Ese es el objetivo, que el roce pase de lo fortuito a lo íntimo, quizá con algún abrazo de despedida o alguna caricia amistosa como antesala de lo que parece inexorable: que se complete el ciclo del amor con el gusto justo en el momento en que juntemos nuestros labios en el primer beso.
jueves, 5 de agosto de 2010
¿Destino o acción? ¿Todo esta ya destinado previamente o va pasando a medida que vivimos, dependiendo de nuestras acciones? ¿Qué es lo que rige todo? ¿Un destino hacia el cual todo va, que nada ni nadie puede cambiar? ¿O un conjunto de acciones, el famoso causa y efecto lo que hace que todo cambie constantemente? ¿De nosotros depende todo? ¿Podemos cambiar el destino? ¿Hay acaso un destino? Supongo que es un equilibrio. Es decir, supongo que hay un destino pero no uno que no se pueda cambiar. Si no uno que depende de nuestras decisiones, de cada acción, desde la más estúpida hasta la más trascendental. Uno que puede cambiar en cualquier momento, sin que nos demos cuenta siquiera. Uno cambiante. Y si tengo razón, si es así como creo yo, habría que prestarle más atención a nuestras acciones. Porque cualquier decisión podría cambiar todo el curso de nuestro rumbo ¿no? Entonces habría que prestarle más atención a nuestras acciones, lo que hagamos hoy cambia el mañana. Pero tal vez haya un punto al que todas nuestras acciones nos dirigen. Tal vez no haya que pensar, porque sin darnos cuenta llegamos a donde queremos llegar.
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