martes, 19 de octubre de 2010

Un par de cientos de años atrás, Benjamin Franklin compartió con el mundo el secreto de su éxito. Nunca dejes para mañana, él dijo, lo que puedes hacer hoy. Este es el hombre que descubrió la electricidad. De seguro piensas que la mayoría de la gente escucharía lo que el tenía para decir. No sé porque postergamos las cosas, pero si tendría que adivinar, tendría que decir que tiene mucho que ver con miedo. Miedo de fallar, miedo del rechazo, a veces miedo de tomar una decisión, porque ¿qué si estás equivocado? ¿Qué si estás haciendo un error que no puedes deshacer? El pájaro prematuro atrapa al gusano. Un punto a tiempo salva nueve. Quién duda pierde. No podemos hacer como que no nos avisaron. Todos hemos oídos los proverbios, oído a los filosofos, oído a nuestros abuelos advirtiendonos del tiempo desperdiciado, oído a los malditos poetas urgiendonos a aprovechar el día. Aún así a veces tenemos que ver por nosotros mismos. Tenemos que cometer nuestros propios errores. Tenemos que aprender nuestras lecciones. Tenemos que barrer la posibilidad de hoy debajo de la alfombra del mañana hasta que no podamos volver a hacerlo. Hasta que finalmente entendamos por nosotros mismos lo que Benjamin Franklin quería decir. Que saber es mejor que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que aún el peor fracaso, aún el peor, es mucho mejor que nunca intentar.