martes, 19 de octubre de 2010
Un par de cientos de años atrás, Benjamin Franklin compartió con el mundo el secreto de su éxito. Nunca dejes para mañana, él dijo, lo que puedes hacer hoy. Este es el hombre que descubrió la electricidad. De seguro piensas que la mayoría de la gente escucharía lo que el tenía para decir. No sé porque postergamos las cosas, pero si tendría que adivinar, tendría que decir que tiene mucho que ver con miedo. Miedo de fallar, miedo del rechazo, a veces miedo de tomar una decisión, porque ¿qué si estás equivocado? ¿Qué si estás haciendo un error que no puedes deshacer? El pájaro prematuro atrapa al gusano. Un punto a tiempo salva nueve. Quién duda pierde. No podemos hacer como que no nos avisaron. Todos hemos oídos los proverbios, oído a los filosofos, oído a nuestros abuelos advirtiendonos del tiempo desperdiciado, oído a los malditos poetas urgiendonos a aprovechar el día. Aún así a veces tenemos que ver por nosotros mismos. Tenemos que cometer nuestros propios errores. Tenemos que aprender nuestras lecciones. Tenemos que barrer la posibilidad de hoy debajo de la alfombra del mañana hasta que no podamos volver a hacerlo. Hasta que finalmente entendamos por nosotros mismos lo que Benjamin Franklin quería decir. Que saber es mejor que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que aún el peor fracaso, aún el peor, es mucho mejor que nunca intentar.
miércoles, 13 de octubre de 2010
¿Por qué callamos? ¿Por qué dejamos ir cuando habría que aferrarse? ¿Por qué al estar a punto de alcanzarlo nos rendimos? ¿Por qué terminamos las cosas cuando todo lo que queríamos hacer era seguir? ¿Por qué esperar a último momento? ¿Por qué nos damos cuenta de lo que teníamos cuando lo perdemos? ¿Por qué valoramos tarde? ¿Por qué cometemos esos errores por los que daríamos todo lo que tenemos por cambiarlos? ¿Por qué no pensamos primero en vez de querer retroceder el tiempo? ¿Por qué lastimamos a quienes más queremos? ¿Por qué no vemos el daño que hacemos? ¿Por qué nos preocupamos tanto en nosotros mismos y no en los que nos rodean? ¿Por qué duele tanto ver que el otro nos cerró la puerta cuando lo hizo porque nosotros lo llevamos a eso? ¿Por qué no decir todo lo que nos pasa? ¿Por qué esperar el momento perfecto cuando este nunca va a llegar? ¿Por qué poner trabas inexistentes? ¿Por qué encerrarnos y no dejar entrar a nadie? ¿Por qué volver a lo que nos hace mal? ¿Por qué descargarse con los que no tienen nada que ver? ¿Por qué lastimar se convierte en respuesta al ser lastimados? ¿Por qué es más fácil fingir que abrirse? ¿Por qué esperar cuando el tiempo corre todo el tiempo? ¿Por qué nos aferramos cuando hay que soltar, y soltamos cuando hay que aferrarse? ¿Por qué no nos tragamos el orgullo y tratamos de arreglarlo? ¿Por qué no aceptamos la culpa en vez de echarsela a los demás? ¿Por qué nos cuesta tanto mostrarnos débiles? ¿Por qué ¿Por qué nos damos cuenta tarde de todo esto?
Suscribirse a:
Entradas (Atom)